No quiero un cupón, ¡Quiero Justicia!

La batalla de un consumidor contra el abuso corporativo

Coherencia, valentía, estructura y fuerza: eso es lo que me ha sostenido en este camino. Hace un mes viví una situación de injusticia con la operadora Iryo, una experiencia que me obligó a detenerme y a decidir si callar o alzar la voz. Elegí lo segundo.

Me documenté, reclamé, expuse y defendí mi dignidad y la de mi madre.

No ha sido fácil, pero ha sido necesario.

Hace ya un mes, tras reclamar con firmeza, que la empresa seguía sin dar la cara... hasta que una mañana sonó mi teléfono: eran ellos. Finalmente reaccionaron ofreciéndome un cupón equivalente al viaje perdido.

El tiempo, el estrés y el desgaste emocional que genera tener que luchar contra una empresa que debería proteger al pasajero, no hundirlo.

La otra batalla: la de los trolls

Denunciar públicamente trae consecuencias. Desde que comencé a contar mi experiencia en Twitter, apareció una auténtica horda de trolls, muchos de ellos claramente empleados o simpatizantes de Iryo. Se dedican a burlarse, a ridiculizar y a intentar desacreditar mis publicaciones. Pero lejos de frenarme, esto refuerza mi convicción: si incomodo es porque digo la verdad.

El absurdo del argumento que usan para atacarme

Algunos de estos trolls, me atacan con un argumento absurdo: que por haber sido TCP (Tripulante de Cabina de Pasajeros, en AeroMéxico 2004-2007) yo debería “leer la letra pequeña” de los billetes…

¡Como si fuese agente de viajes!

Aquí conviene aclarar:

  • Un TCP es personal de seguridad a bordo de un avión.

  • Su misión principal es garantizar la seguridad de los pasajeros en caso de emergencia, evacuar la aeronave en 90 segundos, aplicar primeros auxilios, combatir incendios, gestionar crisis, y por supuesto, dar un trato humano a bordo.

  • Un TCP no es un agente de viajes, ni un abogado especializado en contratos de transporte.

  • Es como decir que alguien que tiene carné de conducir debería conocer en detalle la mecánica de un coche. No, no es su función.

Estas críticas no solo son malintencionadas, sino que además muestran una profunda ignorancia sobre el trabajo y la responsabilidad de un TCP.

El falso debate sobre privacidad

Otro de los ataques que recibí, de estos fulanitos montoneros, tiene que ver con el uso del nombre de la empleada de Iryo que nos negó el embarque del tren, la que nos increpó a mi madre y a mí, cuando estábamos haciendo la fila para bajar a abordar. Alegan que es una “violación de su privacidad” mencionarla en mis publicaciones…

Vamos a poner las cosas claras:

  • Si una empresa entrega a sus empleados placas distintivas que llevan el nombre visible al público (como la que yo portaba con mi uniforme de TCP, hace unos 20 años), no es el cliente quien vulnera su privacidad al mencionarlo.

  • Si hay algo que reclamar, deberían hacerlo contra la empresa que les obliga a portar esa identificación públicamente.

  • El GDPR (Reglamento General de Protección de Datos) protege los datos personales sensibles: nombre completo en combinación con domicilio particular, su número de DNI, la cuenta bancaria, el historial médico, etc. Eso sí sería una violación.

  • Mencionar el nombre de un trabajador, que porta esa placa para ser identificado públicamente, y que le ha proporcionado su empresa, no es violar la ley de protección de datos.

Lo más grave aquí es otra cosa: he visto cómo en Twitter algunos de estos perfiles “afines” a esta empresa han compartido pantallazos de documentos de la empresa, contratos de los usuarios y hasta datos de clientes. Eso sí es una violación flagrante de GDPR….

¿Está la empresa al tanto de esto? ¿Lo permite? ¿Lo ampara?

Si es así, estaríamos hablando de una conducta muy seria y denunciable. ¿Lo leyeron “trolls” montoneros?

La privacidad no se usa como excusa para silenciar críticas, sino para proteger información sensible.

Lo que espero…

No pido nada extraordinario. Pido lo que corresponde a cualquier cliente:

  • Una disculpa pública y formal por lo ocurrido.

  • La indemnización económica que compense los daños reales sufridos.

  • Que este caso quede como precedente: que cuando un consumidor no se deja pisar, logra un cambio.

He ganado la primera batalla, pero no pienso detenerme hasta obtener lo que me corresponde.

Esta lucha no es solo mía…

Es contra un modelo corporativo que cree que un vale promocional basta para tapar un error, que el cliente se cansará antes de llegar hasta el final, que el desgaste y los trolls conseguirán callar a quienes reclaman.

¡Pues conmigo no!

No quiero un cupón. No quiero un regalo.

Quiero justicia. Y voy a llegar hasta el final…

Esta no es solo mi queja:

¡es un acto de resistencia y de amor!

Porque frente al abuso corporativo, defender la dignidad es un deber.

Marco Aguirre Cobos

Soy un profesional en marketing digital, paid media y estrategia de crecimiento (hacking growth), con experiencia en start-ups, agencias creativas y empresas tecnológicas. He liderado campañas en Meta Ads (Facebook e Instagram), Google Ads, programmatic, y plataformas de contenido; optimizando ROAS, CPA y LTV mediante automatización y análisis de datos. Tengo amplia experiencia en SEO, SEM, analítica avanzada y desarrollo web, impulsando la adquisición y conversión de usuarios. He trabajado en expansión de mercados (EMEA, APAC, LATAM y Norteamérica), optimización de productos digitales y cierre de acuerdos comerciales, combinando visión estratégica y ejecución táctica para lograr crecimiento sostenible.

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