¿Y tu nieve, de qué la quieres?
Soy autónomo y me dedico a ofrecer servicios de consultoría en marketing digital. Hace poco, me recomendaron un cliente con un reto peculiar: una página de masajes "eróticos" dirigida principalmente a un público masculino gay. El objetivo era generar más leads y atraer nuevos clientes, pero después de revisar su página web, me encontré con un panorama desalentador.
Primero, la página estaba desactualizada, con un diseño que parecía sacado de una década atrás, y además tenía errores gramaticales y ortográficos por doquier. Quien la actualizaba claramente no dominaba el castellano. Esto no solo afectaba la imagen profesional del negocio, sino también su posicionamiento en buscadores. Así que les propuse dos planes de acción para mejorar su presencia digital.
Fase A: Reestructuración básica, optimización y CRM
La primera propuesta fue bastante clara: rediseñar la página web desde cero. Esto no solo incluía una actualización estética, sino también la posibilidad de ofrecer la página en inglés, dado que el público internacional podría ser un mercado importante. Además, sugerí la creación de perfiles en otras redes sociales, ya que hasta ese momento solo contaban con un perfil de Instagram. Era necesario estar en Facebook, Twitter y Google Business para aumentar su visibilidad. También incluí una auditoría SEO para analizar el estado de la página y elaborar un plan de mejora.
Otro punto clave fue la creación de un perfil en un CRM. Esto permitiría gestionar la base de datos de clientes, algo esencial para cualquier negocio que quiera mantener un buen control de sus interacciones. Sin un sistema para registrar y segmentar a los clientes, todo sería mucho más complicado. Pero el verdadero choque vino cuando pedí algo que cualquier empresa debería tener a mano: datos de facturación anual, ingresos y ganancias históricas, un estado de resultados básico, información sobre el número de clientes, gastos, etc.
Para mi sorpresa, no había un seguimiento de nada. Ni siquiera en una libreta de manera manual, mucho menos en un Excel. Cuando mencioné Excel, el dueño me miró desconcertado y me dijo: "Yo no sé cómo se crea un Excel". Eso fue una alarma enorme. El nivel de desorganización era tal que no había ninguna estructura financiera que permitiera evaluar cómo estaba el negocio.
Luego, el dueño me explicó que había comprado el negocio por 50,000€ al antiguo propietario. Sin embargo, rápidamente añadió que todo había sido una estafa. Después de venderle el negocio, el antiguo dueño abrió un centro de masajes a solo un par de calles, convirtiéndose en su principal competidor. Recuerdo que en ese momento pensé: "¡Qué guerra tan sucia por parte del antiguo dueño!". Pero, ahora que he tenido tiempo de analizar la situación, sinceramente dudo que la historia sea tan sencilla. No solo creo que no pagó 50k por el negocio. Me suena más a que el precio real fue de 5k, como mucho, o que fue una sociedad en la que el "antiguo socio" decidió abrir su propio centro de masajes y competir agresivamente con mi actual cliente. Todo apuntaba a una situación bastante más turbia de lo que parecía a simple vista.
Fase B: Expansión, mantenimiento y formación
Después de implementar el Plan A, propuse un Plan B más ambicioso, que incluía la gestión y mantenimiento de cuatro redes sociales: Instagram, Twitter, Facebook y Google Business. Además, sugerí la creación de un blog, que sería esencial para mejorar la estrategia SEO a mediano y largo plazo.
Una vez implementado el CRM, propuse darles formación y consultoría sobre su uso. No solo para que pudieran gestionar la base de datos de clientes, sino para que empezaran a generar campañas de inbound marketing. Mantener a los clientes dentro del funnel de marketing es esencial, y con el CRM podrían ejecutar acciones específicas para fidelizarlos y convertirlos en clientes recurrentes. Sin esta estructura, simplemente estarían dejando escapar oportunidades.
Les expliqué que el CRM no es solo para almacenar datos, sino que les ayudaría a segmentar campañas, hacer seguimientos automáticos y, lo más importante, mantener la fidelización. Después de todo, un cliente satisfecho es mucho más fácil de retener que uno nuevo de atraer.
En cuanto al SEO, es fundamental entender que optimizar una página para los motores de búsqueda es un proceso que lleva tiempo. Generalmente, se tarda entre tres a seis meses en empezar a ver resultados significativos, aunque en algunos casos puede extenderse de seis a doce meses. Esto se debe a que los algoritmos de búsqueda consideran más de 200 factores para determinar el ranking de una página. Por ejemplo, el perfil de backlinks, que es esencial para consolidar la reputación de un sitio web como fuente confiable de información, no se construye de la noche a la mañana. En este sentido, es crucial desarrollar una estrategia sólida que contemple tanto la optimización on-page como el link building.
Algunas de las acciones que propuse para la Fase B incluyeron:
Investigación de palabras clave: Identificar términos relevantes que sean menos competitivos y que se alineen con la intención de búsqueda de los usuarios. Esto es vital para captar tráfico específico.
Optimización on-page: Asegurar que cada página del sitio esté optimizada con las mejores prácticas de SEO, como el uso de etiquetas de título, meta descripciones, integración de palabras clave, y enlaces internos. La falta de estas optimizaciones puede alargar el tiempo hasta ver resultados.
Mejora de la experiencia del usuario: Usar herramientas como Google PageSpeed Insights para asegurar que el sitio carga rápidamente y es fácil de navegar. Los motores de búsqueda favorecen a los sitios que ofrecen una buena experiencia al usuario.
Creación de contenido de calidad: Producir contenido que no solo esté orientado al SEO, sino que también responda a las preguntas y necesidades de los usuarios. Esto ayuda a generar tráfico orgánico y mejorar las tasas de conversión.
Construcción de enlaces: Fomentar la creación de un perfil de backlinks saludable, que aumente la autoridad del dominio. Los enlaces de calidad sirven como votos de confianza para los motores de búsqueda.
Les recordé que posicionar su página con términos como "erótico", "tántrico" y "orgasmos" era un reto, ya que los buscadores suelen limitar el alcance de este tipo de contenido. Las campañas pagadas también enfrentarían restricciones debido a las políticas de contenido "sensible". En resumen, posicionar una página con estas características requiere una estrategia muy cuidadosa, constancia y, sobre todo, paciencia. Los resultados no llegarán de inmediato, pero con una estructura sólida y herramientas como el CRM, el esfuerzo a largo plazo tendría sus recompensas.
Sin embargo, antes de que terminara la Fase A, el cliente empezó a minimizar mi trabajo. Decía que la competencia había lanzado una página "increíble y maravillosa", que estaba "celoso" de su diseño, que tenía animaciones y un diseño innovador. Esto me hizo sentir incómodo, ya que me daba cuenta de que no estaba valorando mi trabajo. Cuando finalmente entré a ver la página de la competencia, me llevé un disgusto al encontrar un diseño muy similar al mío, con la misma paleta de colores, y hasta el contenido era parecido... ¿me estaban copiando? Por supuesto, el diseño tenía animaciones de primer nivel. ¿Cuánto habrán pagado por esa página? Colegas de la industria me comentaban que por menos de 5,000 euros no se hacía un trabajo así. Era 4 veces lo que mis clientes habían pagado por la que yo hice.
Debo mencionar que mi cliente solía enviarme mensajes por la noche, inclusive de madrugada, pidiendo cambios o que agregase algo nuevo. Yo, que tengo TOC y no me gusta dejar para mañana lo que puedo hacer hoy, tontamente lo hacía. Cuando volvió a sacar el tema de la página de la competencia, "mugroseando" mi trabajo, le comenté que con lo que habrían pagado, era lo que tenían, y que él no había pagado ni 1/4 parte de ese valor. Esto desató su furia; empezó a insultarme. Le pedí que no me insultara, que se estaba pasando de la raya, pero continuaba. En ese momento le dije que no estaba a gusto con su forma de tratarme; por primera vez en la vida, gracias a tanto curso de inteligencia emocional que he tomado, le expresé que, al finalizar la Fase A (que ya estaba pagada), daba por terminada mi colaboración con ellos y que no iba a hacer la Fase B del proyecto (la cual se pagaría mensualmente), así que era mejor que se buscara a alguien más para ello.
Aquí comenzó mi pesadilla con este cliente: insultos vía WhatsApp y mensajes de texto. Tuve que bloquearlo. Terminaría de hacer lo que me faltaba y le entregaría para dar por finalizada la colaboración. El único medio que dejé "abierto" para nuestra comunicación fue el correo electrónico. Le contacté dos semanas después para decirle que si quería hablar conmigo, lo hiciera por ese medio, educadamente y sin insultos. Le informé que le había pedido a dos contactos en común que me dijeran que yo le estaba estafando, que lo había bloqueado y que lo que había hecho era una mierda.
Para colmo, el cliente empezó a pedir que añadiera más páginas para incluir a nuevos masajistas y que cambiara algunas fotos del sitio. Además, quería que le diera formación no solo sobre SEO, sino también sobre cómo usar el CMS (gestor de la página web) y el CRM. ¿Y tu nieve de qué la quieres?, pensé yo.
Al decirle que eso ya no estaba contemplado en el proyecto original, que esas tareas formaban parte de la Fase B, y que el tiempo que implicaba realizar todo eso no estaba cubierto, volvió a enfurecerse. Una vez más, llegaron los insultos. Le recordé que una vez terminada la Fase A, que consistía en entregarle un documento con el diagnóstico del SEO, mi labor con ellos llegaba a su fin.
Fue entonces cuando me echó en cara que no tenía leads, que nadie llamaba y que no había clientes. Afirmaba que el negocio había estado decayendo desde julio de este año. ¡Oh, sorpresa... yo empecé a trabajar con ellos en agosto!. Claramente, algo no cuadraba. Al analizar más a fondo, con las herramientas de tráfico y análisis de SemRush, noté que el negocio realmente había empezado a caer desde que el socio se fue, a finales de junio. El tráfico web se desplomó y, para colmo, la página estaba llena de backlinks de alta toxicidad, algo que suele pasar cuando pagas a personas para hacer anuncios en sitios de dudosa reputación.
Él argumentaba que no veía ninguna mejora en el SEO, y aquí es donde me di cuenta de que no comprendía el proceso. ¿Cómo hacerle entender que el SEO no da resultados inmediatos ni a corto plazo? Le expliqué una vez más que el SEO es una estrategia a mediano y largo plazo. Para ver resultados reales se necesitan meses, a veces hasta un año, dependiendo de los factores involucrados. Por otro lado, el SEM (Search Engine Marketing) sí da resultados inmediatos, pero, claro, para su situación específica esto no era viable. No podíamos hacer anuncios en Meta, Google o incluso en Twitter debido a las restricciones de contenido “sensible”. ¿Cómo le explicas a alguien que no puedes hacer campañas pagadas cuando los términos "erótico", "orgásmico", y de alto contenido sexual bloquean cualquier intento de marketing en esas plataformas?
Para mi sorpresa, después de tanto esfuerzo invertido en este proyecto, el cliente no solo comenzó a minimizar mi trabajo, sino que también intentó manipularme constantemente, distorsionando la realidad y haciéndome sentir que el problema era mío, no suyo. Este comportamiento es un ejemplo claro de gaslighting, una táctica psicológica en la que una persona trata de hacer que otra dude de su propia realidad. Es muy común que ciertos clientes la utilicen con los freelancers para evitar asumir sus propios errores o pagar lo acordado.
Primero, comenzaron los comentarios como: "No veo ninguna mejora en el SEO" o "No estoy recibiendo leads ni clientes". Me echó en cara que el negocio estaba mal desde julio, cuando yo apenas había comenzado a trabajar en agosto. Claramente, estaba tratando de hacerme responsable de un problema que existía mucho antes de mi participación en el proyecto. ¿Cómo le haces entender a alguien que no puede esperar resultados inmediatos con SEO? Eso solo provocaba más quejas de su parte, y me quedaba claro que estaba intentando socavar mi confianza en el trabajo que estaba haciendo.
El clásico gaslighter también se hizo presente cuando mencionó que yo había aceptado realizar tareas extra, como agregar más páginas o cambiar fotos, cuando esto nunca fue parte del acuerdo original. Quería formación en SEO, el CMS y el CRM, sin estar dispuesto a pagar por ello. Cuando le aclaré que eso era parte de la Fase B del proyecto, que aún no habíamos iniciado, se enfureció y me insultó. Esto me recordó lo que otros freelancers mencionan: cuando un cliente cambia de opinión y espera que vuelvas a hacer el trabajo, sin pagar por lo que ya se hizo. ¿Te imaginas contratar a un fontanero para instalar un baño, cambiar de opinión cuando ya lo instaló, y pedirle que lo cambie sin pagar por lo anterior?. Lo que estaba pidiendo no tenía sentido.
El gaslighter salió a la luz cuando empezó a desmerecer todo el proyecto justo antes de finalizar la Fase A. La frustración llegó al punto de los insultos personales, con la intención de desgastar mi moral y hacerme sentir que la culpa era mía.
Afortunadamente, aprendí la importancia de mantener un documento firmado previo a empezar cualquier trabajo: correos electrónicos, contratos y acuerdos bien documentados. Esto es algo que los freelancers debemos tener en cuenta; los clientes que buscan evitar documentar todo lo acordado suelen estar planeando cambiar los términos o manipular la situación más adelante.
Al final, tuve que bloquearlo en WhatsApp y mantener la comunicación únicamente por correo electrónico. Sabía que seguir jugando su juego de distorsionar la realidad y caer en la trampa de sus insultos solo me iba a perjudicar más.
A medida que reflexionaba sobre mi experiencia con este cliente, no pude evitar pensar en cómo su comportamiento encajaba con lo que muchos expertos definen como mobbing o acoso laboral. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al menos una de cada cinco personas sufre este tipo de violencia psicológica en su entorno laboral. Aunque generalmente se asocia con un jefe o supervisor, los freelancers también podemos ser víctimas de esta dinámica cuando trabajamos con clientes abusivos.
El mobbing, va más allá de los conflictos cotidianos; es un patrón sistemático de acciones hostiles destinadas a dañar a la víctima. Y, al igual que en mi caso, el gaslighting, esa manipulación sutil que busca distorsionar tu percepción de la realidad, es una de las formas más insidiosas de acoso.
Gaslighting es el tipo de acoso que es especialmente sutil, pero devastador. El cliente que te insulta, exagera tus errores o te hace dudar de tus logros está participando en gaslighting. Como freelance, enfrenté exactamente esto cuando el cliente me acusaba de ser responsable de la caída de su negocio, ignorando que sus problemas habían comenzado mucho antes de que yo entrara en escena.
Sufrir mobbing puede tener consecuencias psicológicas profundas, desde irritabilidad y ansiedad hasta el síndrome de estrés postraumático. Como freelancers, a menudo no tenemos una red laboral formal para apoyarnos, lo que puede hacernos sentir aún más vulnerables. Sin embargo, es fundamental reconocer las señales de alarma y buscar apoyo externo, ya sea en redes de freelancers o en ayuda profesional. No es fácil enfrentar a un cliente abusivo, pero es crucial no dejar que su manipulación te haga dudar de tu valor o trabajo.
En mi caso, decidí poner límites claros, documentar todo y cortar la comunicación en canales informales. Dejar el proyecto fue la decisión más saludable para mi bienestar y mi negocio.
¿Y tú nieve de qué la quieres? preguntaba, irónicamente, mientras escribo este artículo para mi blog...
Y la respuesta es muy clara: DE SABOR A DIGNIDAD.